Sección Desde Llano Adentro

De las Vaquerías y los Trabajos de Llano.





Vaquero Guiando un Rodeo en los llanos Colombianos
Las Vaquerías Hace ya muchos años, cuando la tecnología no había avanzado tanto, cuando sólo había caminos reales y se arreaba el ganado por grandes distancias, era cuando existían los llaneros recios, verdaderos centauros del llano, hombres de toro, caballo y soga, héroes anónimos de los llanos. Aquellas Faenas ponían a prueba sus destrezas , pues durante las vaquerías, esos hombres dejaban el alma, y es que más que un trabajo, para ellos era una forma de vida. Con sus sombreros, sus tucos y sus alpargatas iban a meterle el pecho al llano, a tragárselo montados sobre un caballo y con un escapulario por corazón, esos llaneros vibraban en las
corrientes de los ríos, en la explosión de los truenos, en el galope del potro y en el bramar de la vacada; esos llaneros no eran más que un pedazo del llano inmenso. 

Las vaquerías se realizaban en dos épocas del año, a las entradas de agua y a las salidas de agua, es decir, las primeras eran entre mayo y junio (a veces julio) en ocasiones trabajando con el agua a la coraza; y las segundas entre diciembre y enero ya terminando el invierno. Para salir a esas faenas había que ser “llanero completo” de sobrada experiencia o por lo menos de mucho ímpetu y coraje, con mucha astucia y creatividad para resolver los inconvenientes que podían presentarse; gracias a Dios, la sabana era más que una universidad para los nacidos en el llano. Crecer entre mastrantos, samanes, vacadas, atajos de yeguas, garzas y gabanes hacía al vaquero genuino parte del paisaje llanero, lo convertía en una extensión de la naturaleza del llano, lo transformaba en un órgano vital de la llanura y lo contrataba como guardián celoso de la inmensidad.
Vaqueros conduciendo un rodeo por la sabana .

En la víspera de las vaquerías se hacía lo que se llamaba “la Reunión”, allí se juntaban los llaneros de varios hatos, generalmente en parejas, y formaban una tertulia llena de anécdotas, chistes y cuentos de vaquerías anteriores, posiblemente algún cuatro se dejaba escuchar y así se pasaba el rato compartiendo sanamente. Al día siguiente comenzaba la brega fuerte, empezaba el trabajo a punta de madrugada, de ahí en adelante lo que venía era el trabajo infalible de esa dupla maravillosa de jinete y caballo para realizar sus labores, el ojeo y el rodeo entre otras tantas, entendiéndose que el ganado de rodeo era aquel que, aún cuando no era manso, obedecía al manejo a caballo y se dejaba arrear, mientras que el ganado de ojeo era el que al ver a los vaqueros comenzaba a correr, de allí que los llaneros a caballo tuvieran que salir a enlazarlos y muchas veces a colearlos para que no se internaran en la montaña y regresaran a la manada. La partida era bajo cualquier circunstancia, incluso mal tiempo; de todas todas los vaqueros tenían que salir del hato con el ganado madrinero para guiar al ganado cimarrón en el regreso, y así ya a la una de la tarde aproximadamente venir de retorno con la gran marcha de ganado enrumbada hacia el hato con los llaneros arreando, y eventualmente enlazando, a las reses que se salían de la madrina. 


Hato Llanero

Finalmente se llegaba a los corrales como a las cuatro de la tarde, entonces se mataba una res para comer, esto representaba desayuno, almuerzo y cena, puesto que hasta esa hora sólo se llevaba en el estómago la taza de café madrugador que se tomaba antes de salir a la sabana. Luego de comer, en ocasiones se comenzaba a herrar a los becerros orejanos que vinieron en ese lote, a veces hasta entrada la noche. Después se cerraba la jornada laboral y los llaneros más jóvenes y algunos no tan jóvenes, luego de un chapuzón en el río, iban a algún baile a cantar un joropo o a conquistar a alguna mujer que le estuviese robando el sueño. El espíritu incansable del llanero prevalecía y a pesar de la jornada dura de trabajo y del merecido esparcimiento nocturno, como el mismo sol o quizás antes ya aquel hombre humilde estaba haciendo honor a su responsabilidad y a sus principios, trabajando, luchando y construyendo país, sin más recompensa que los 5 reales diarios de sueldo y el sentimiento de vibrar de nuevo con la sabana infinita.

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