Sección Desde Llano Adentro

MI VIVENCIA DE LA VORÁGINE EN OROCUE



Por Alex Guzmán Alvis 

Doña Isabel Amézquita Gorrín - Chavita.
Gracias al profesor Jairo Ruíz, hace 20 años en una visita a Orocue conocí en persona a Doña Isabel Amézquita Gorrín (
Doña Chavita), y me abrió las puertas de su casa para tomar un delicioso café y escuchar sus historias. Doña Chavita cuando era una niña, fue testigo una mañana cuando llegó a hospedarse en su casa por una larga temporada, José Eustacio Rivera. 
En aquella casa siempre a estado la silla que ocupó el escritor desde donde escribió los primeros manuscritos de su obra cumbre La Vorágine. Doña Chavita viendome entusiasmado por haber escuchado su historia, sacó a la luz del corredor de su casa, la silla para que fotografiará esta reliquia.
Debo decir que gracias a la sensibilidad por el patrimonio histórico, Carmen Julia Amézquita, sobrina de doña Chavita, hoy se erige en esta casona de Orocue, la Casa museo La Vorágine desde donde todos pueden experimentar un viaje en el tiempo.

Tambien debo contar dentro de la experiencia que viví allí en aquella casona, que a Doña Chavita no le gustaban las cámaras, ni los periodistas, ya que hacía unos 8 años anterior a mi visita, un periodista de un reconocido medio nacional la visitó, la entrevistó y publicó una historia bastante tergiversada que indignó de sobremanera a Doña Chavita. Sin embargo gracias a la influencia del profesor Jairo Ruíz pariente de Doña Chavita, que nos acompañaba en ese momento, ella tomó confianza con nosotros y permitió las fotografías. Pero antes de relatarnos su historia, y ganar su confianza, yo había montado mi cámara de video sobre el trípode y encuadré a doña Chavita que se encontraba sentada en una larga banca, y le comente la intención de grabar una entrevista, a lo cual ella se negó rotundamente. 

Doña Chavita .
Yo quedé decepcionado por la negativa de Doña Chavita, pues habíamos hecho un viaje bastante largo desde Villavicencio a Orocue para este propósito. Me resigné y dejé la cámara allí montada y coloqué un poncho sobre ella. Y charla iba, charla venía nos olvidamos de la cámara, y logramos ganar la confianza de Chavita, nos relató su historia, accedió a las fotografías que aquí les presento.

Bonguero frente a Orocue - Casanare.
A carajo..! sin querer o de forma accidental se había activado el botón del REC de la cámara, desde hacía un buen rato, accidente muy común y recurrente en este oficio. Esperé más un año y en 2006 decidí editar y publicar el corto documental Orocue - Lugar de Descanso que publiqué nuevamente hace unos días atrás en esta página. Sobre la publicación del video, envié un DVD a Chavita y allá en Orocue se lo mostraron, a lo que Chavita jocosamente, dijo después haber visto el video y al parecer haberle agradado: - Ese periodista es un jodi'o. Doña Chavita falleció el domingo 26 de marzo de 2017, con lo cual se cerró una página en la historia de Orocue, pero ella dejó un gran patrimonio para todos los que visiten su casa allá en Orocue y es la Casa museo La Vorágine.


EN SAN MARTÍN DE LOS LLANOS DESAPARECE LA CENTENARIA CASA DE LA HACIENDA CANTACLARO.

 


Si hay una de las riquezas más visibles y atractivas para el turismo es en San Martín de los Llanos, además de sus vistosas cuadrillas, su patrimonio arquitectónico y su historia  se destaca por ser   uno de los pueblos más antiguos de los llanos orientales. San martín de los Llanos  fué fundado por el gobernador Juan de Zárate en 1641, bajo el nombre de “La Muy Noble y Leal Villa del San Martín del Puerto del Ariari”.  Lastimosamente lo que me impulsa a escribir este artículo, es que he notado y presenciado con el silencioso paso del tiempo  que varias de las piezas del patrimonio material del pueblo han ido desapareciendo  sin dolientes, borrando para siempre parte de una memoria histórica.

Hace algo más de una década, en el 2013, me encontraba en San Martín de los Llanos; Viajé allí con el propósito de realizar una misión periodística que me tracé como documentalista, y ésta consistía en investigar y buscar en aquellas centenarias casonas del pueblo, rastros de historias que quedaron en la sombra del olvido, y para este propósito debería encontrar los insumos, indagando las fuentes y auscultando la memoria de los personajes y habitantes mayores del pueblo.

Doña Rosa María Rondón
Doña Rosa María Rondón (Q.E.D.)
Fueron varios lugares que visité y varios personajes a los que entrevisté explorando historias; entre ellas la señora Rosa María Rondón (Q.E.D.), bisnieta del coronel Juan José Rondón, a quien Bolívar en el fragor del final de su campaña libertadora le exclamó “¡Coronel…Salve Usted La Patria…!”. Vaya que experiencia, esa conexión tan cercana con el pasado; yo allí, sintiendo la atmosfera de la sala de aquella centenaria casona, hablando con Doña Rosa María, la bisnieta del coronel Rondón; cuando me entrevisté con ella, aprecié una abuelita muy tierna, muy formal, amable y hospitalaria, además con una prodigiosa memoria a sus 84 años.

Tuve la suerte de alojarme en una de estas antiguas casonas, en la de don José María Bautista (Q.E.D.), Santandereano radicado en San Martín desde su juventud, hombre humilde, respetable y reconocido personaje del pueblo a quien todos se dirigían a él como el señor Bautista. El señor Bautista era el suegro de Carlos Oswaldo, mi asistente de producción, que conoce el pueblo y me asistía haciendo la avanzada, indagando lugares, contactos y posibles fuentes en estas labores del periodismo investigativo.

En nuestra bitácora teníamos registrados algunos lugares y nombres, entre ellos Antonio Disington, que fue un notable empresario y visionario noruego, que llegó a Colombia a finales de la década de 1930, creó algunas empresas en el Valle del Cauca y luego viajó a los llanos estableciéndose en San Martín de los Llanos, desde donde impulsó la agroindustria; construyendo un molino arrocero, fomentando y propagando el cultivo el cultivo del cereal en la región. Además, se hizo a dos grandes hatos ganaderos, Candilejas ubicado en la misma región del río Ariari, y la Hacienda Cantaclaro ubicada a las afueras de San Martín. El propósito empresarial  de Don Antonio Disington, era exportar carne en canal hacia Europa por vía aérea desde San Martín.

Carlos Oswaldo mi asistente de producción, ya me había informado que su suegro, el señor Bautista, sabía donde se encontraba ubicada la antigua casona de la Hacienda Cantaclaro, donde residió Don Antonio Disington en San Martín de los Llanos. Con Don Bautista conversamos, me confirmó la información y convenimos al otro día ir temprano en la mañana a visitar la casa de la Hacienda Cantaclaro.

En este oficio de ser periodista, documentalista en campo, se goza del privilegio de vivir experiencias enriquecedoras como las de descubrir lugares de interés, conocer personas con sus historias y también implica correr aventuras con sus respectivos riesgos.

Al otro día temprano en la mañana, equipos al hombro y nos pusimos en marcha con el señor Bautista y nuestro destino no quedaba muy lejos. Caminamos por una vía a las afueras del pueblo y llegamos a una cerca alambrada, cruzamos por esta y nos adentramos en un potrero. Caminamos algunos 50 metros y allá por encima de unos arbustos se divisaba un gran tejado oxidado de zinc. A lo lejos detrás de los arbustos se escuchó un ladrido y a este primer ladrido se le sumó otro y otro más, y no quise contar más, y eran gruesos aquellos ladridos que determinaron en mi imaginario el tamaño del can y sus fauces, y cada segundo que pasaba, se escuchaba más cerca lo que sería una jauría frenética que venía hacia nosotros, detrás de aquellos arbustos y que al parecer no los habían alimentado en días.

Les confieso que me inquieté y mi asistente igual, y vimos frente a nosotros que entre los arbustos fueron saliendo uno a uno a nuestro encuentro, 5 perros de buen tamaño, criollos multi-crucetos con cola de mico; pero de inmediato y gracias a Dios, atrás de la perramenta criolla, salió el encargado, un hombre de mediana estatura en pantaloneta y sin camisa que le hacia gritos a los canes para se calmaran:- !… Chiiiteeee…! ¡ Chiiiteeee…!. Una vez le bajaron al alboroto, el encargado nos hizo la seña de que siguiéramos. Continuamos nuestra marcha y los perros entre uno que otro ladrido, nos olfateaban mientras continuábamos avanzando.

Ala derecha de la Casona.

Pero  después del molesto alboroto de los perros que por un momento nos inquietó, pasamos al contemplamiento de otra época. Cruzando los arbustos, ya vi de frente la casa de la Hacienda Cantaclaro, cuyo nombre me hizo recordar la obra literaria de Rómulo Gallegos “Cantaclaro”, novela inspirada en los llanos venezolanos, de donde San Martín de los Llanos tomó mucho de su influencia cultural a través de los vaqueros venezolanos y araucanos que venían tripulando los viajes de ganadería de Arauca a Villavicencio y a San Martín de los Llanos.

La casona maltrecha por el paso del tiempo y el olvido, sobresalía de entre un enmalezado césped y algunas plantas abandonadas a su suerte taponaron la entrada principal y evidenciaban que allí alguna vez hubo un jardín.

En el ala izquierda de la fachada, el muro había caído hace mucho tiempo; Contemplé la desoladora vista de la centenaria casona de gruesas paredes levantadas en ladrillo de adobe, que clamaba por restauración, y a pesar de ello, la deteriorada pieza histórica patrimonial, no dejó de transmitirme esa conexión con el pasado, con su diseño arquitectónico y su  aire clásico, narraba algo de su época de oro en un lejano pasado.

Les comento que me hizo recordar  la casa de la hacienda el Paraíso en el Valle del Cauca, conocida mundialmente por ser el escenario de la novela cumbre del romanticismo latinoamericano: María, obra maestra del escritor colombiano Jorge Isaac; salvo que allá en el Valle del Cauca, si valoran y salvaguardan el patrimonio cultural y arquitectónico.

Según lo indagado en San Martín de los Llanos, la casa de la hacienda Cantaclaro, ya había sido construida varias décadas atrás, mucho antes que Don Antonio Disington adquiriera la hacienda en la década de 1940 y se instalara allí.

Debo aclarar que para las personas que no tienen sensibilidad o algún conocimiento mínimo sobre patrimonio arquitectónico, histórico y cultural, esta pieza no deja de ser mas que una casa vieja en ruinas, sin ningún valor y valdría más si se demoliera y se construyera en su lugar una casa moderna con piscina y jacuzzi, y esa pues es la visión de los que no tienen conocimiento, arraigo y sentido de pertenencia.

    Con el Señor Bautista observando el Piano.  

Entramos por una puerta de madera de doble hoja en el costado derecho, que nos llevó por un angosto pasillo y luego nos conectó a un corredor más amplio que correspondía a la entrada principal. De inmediato estaba el acceso a tres amplias habitaciones que se conectaban entre sí y dejaban intuir que fué el área social. Allí en un rincón cubierto de polvo, yacía un  viejo y desvencijado piano, evidenciaba que las personas que habitaron la casona en sus mejores tiempos, gozaron de las tertulias amenizadas por las melodías que interpretaron con el muy antiguo instrumento. El encargado del cuido de la casona solo nos seguía en silencio durante el recorrido y apenas pudimos indagarle que los dueños de esta propiedad herederos de Don Antonio Disington, vivían por allá en Caldas y nunca se asomaban por allí.

 En la segunda habitación o salón contiguo vimos una robusta mesa de madera qué según el señor Bautista, fué la que pidieron prestada para llevarla a la plaza

principal del pueblo, y sobre esta mesa, se firmó la paz entre el gobierno y los guerrilleros liberales por allá en 1953. En la tercera habitación contigua sobresalía en un rincón una reliquia de mueble en madera, un bifé, sin duda una obra maestra finamente tallada a mano y mi intuición me dice que esta pieza venía viajando en el tiempo desde el  siglo XIX.

Bifé en madera tallada.
A lo largo del pasillo y el corredor principal otras habitaciones con piso de madera ocupadas por el olvido, la soledad y ese olor a moho del inexorable paso del tiempo. En la parte posterior de la casona el ala de la cocina bastante deteriorada.

En el piso de una amplia habitación, seguramente una de las principales, que daba contra la fachada, y cuyo muro había caído hace mucho tiempo, noté una excavación amplia y profunda, como si hubieran estado buscando alguna guaca. En los alrededores de la casona también noté otras excavaciones que tampoco se tomaron la molestia de volver a tapar y la maleza empezaba a cubrirlas; guaqueros con anuencia o no, dejaron su huella. El cuidador de la casa nos dijo que el predio estuvo solo por un tiempo y que cuando él llegó ya estaban las excavaciones.

Cuando finalizamos la visita a la casa de la Hacienda Cantaclaro y nos alejamos, eché una última mirada atrás para contemplar por ultima vez el paisaje de esta casona y por un instante me la imaginé en sus mejores épocas custodiada por un bello jardín, la auténtica y original casa de los patrones, de esas casonas que veíamos en las películas de época del cine clásico.

También reflexioné sobre las piezas de museo que allí quedaron, las muchas pistas y evidencias que permanecieron por tantos años en la casona y que en manos de expertos y una minuciosa y rigurosa investigación del inmueble, hubiera podido concluir felizmente con la declaratoria de sitio de interés, patrimonio cultural y centro histórico de San Martín de los Llanos.





Lo cierto es que ha transcurrido algo más de una década desde que visité la Casa de La Hacienda Cantaclaro, culminé la producción del documental “Relatos de San Martín” el cual ganó un reconocimiento, pero lo importante creo, fue que quedaron evidenciados algunos personajes e historias del antiguo pueblo, además de la puesta en conocimiento ante la opinión pública, de la existencia de la casona, pieza patrimonial arquitectónica en San Martín de los Llanos, que quedaba allí esperando ser rescatada y salvaguardada.

Hace algunos días, revisando mis archivos encontré estas fotografías que les comparto en esta publicación, y me inquieté por saber de la suerte de la Casa de la Hacienda Cantaclaro; Carlos Oswaldo mi asistente de producción se encontraba en San Martín, lo llamé y le pedí el favor me indagara por la suerte de la casona y él se desplazó al lugar y me envió esta fotografía, un lote enrrastrojado, pensé que se trataba de una broma o de un error en el envío de la fotografía, le llamé nuevamente y me confirmó que definitivamente ese es el lugar correcto y que la Casa de la Hacienda Cantaclaro había desaparecido y no quedó ni rastro de este patrimonio histórico cultural, quizá debajo del rastrojo pudiese encontrar algún despojo de lo que alguna vez fueron sus cimientos.

Lugar donde estaba ubicada la casona  

De inmediato me puse a la labor de investigar y para no alargar la historia de esta pérdida patrimonial concluyo resumidamente; La casa se vendió por parte de los herederos a un tercero quien no reside en la región y por su falta de arraigo, sentido de pertenencia y desconocimiento, contrata un cuidandero para el lugar, solo para evitar que le invadan el predio, y este custodio de la propiedad fallece a los pocos años y lo releva un hijo quien en medio de la ignorancia y la codicia hace de las suyas y termina con la existencia de la Casa de la Hacienda Cantaclaro.

No entraré en más detalles y ni haré señalamientos con nombres propios porque esto no devolverá ni recuperará la Casa de la Hacienda Cantaclaro que no tuvo dolientes. Lo que sí quisiera dejar claro es que se perdió para siempre un sitio de interés que transmitía mensajes y valores culturales e históricos; y era un vehículo para entender nuestros procesos sociales en el paso del tiempo y comprender la diversidad y los vínculos que tienen los pobladores de San Martín de los Llanos con su pasado. Además de que se perdió una fuente de desarrollo económico ya que la casona restaurada como un museo, hubiera sido un sitio de interés para los turistas, tal como lo hacen muchos pueblos en el Valle del cauca, el eje cafetero, en Antioquia y Santander.

Del piano, supe por un testigo que la pieza tuvo un final muy triste, fue abierto y destruido con un hacha por una persona ebria de  ignorancia, solo para saber si había algo de valor dentro de este y por allá en algún lugar en el pueblo quedaron tirados los pedazos. La robusta mesa de madera se supo que, en algún momento sobre la década, la compró un concejal y el antiguo bifé, mueble de madera se desconoce su paradero.

Nerón contempló la destrucción de Roma, similar con ese silencio e indiferencia estamos en esta era contemplando ante nosotros la destrucción del patrimonio material de la región, elementos que refuerzan y mantienen la identidad de un pueblo y que de no detenerse solo podremos referenciarlos para las generaciones futuras en fotografías.


Si a alguien le interesa ver el documental 👉🏽 Relatos de San Martín



 






Alex Guzmán Alvis.

Comunicador Social

Documentalista - Productor Audiovisual.