Traída en 1712 desde España por el padre misionero Jesuita José Gumilla a la Misión de Betoyes (Arauca), esta hermosa imagen de la Virgen María empezó a venerarse por los llaneros como “La Virgen del Buen Viaje”, ya que al venerarla decían recibir su bendición para salvaguardarse de los peligros que implicaban los largos viajes por las inmensas llanuras.
La centenaria imagen denominada “de vestir” manos y pies labrados de fina contextura; el resto lo forma un armazón de madera para soporte de las vestiduras y manto de color negro bordado a mano en finos hilos de oro.
Lleva un corazón de gran tamaño, labrado en plata, atravesado por una espada. La Lleva un corazón de gran tamaño, labrado en plata, atravesado por una espada. La advocación de los Dolores proviene de la expresión del corazón adolorido de María que se refleja en su hermoso rostro.
La prospera fundación
misionera de Betoyes tuvo dentro de su población más de dos mil habitantes, y a causa de un gran
incendio fue destruida, razón por la cual la bella imagen de “La Virgen del
Buen Viaje” fue trasladada a un lugar sobre una meseta conocido como “La Fragua” que volvieron
a bautizar como “Manare”, de allí
comienza a tomar el nombre de Nuestra Señora de Manare.
Trasladada también la
población a Manare se construyó un templo, pero perseguidos por las tragedias de los incendios, la
iglesia sufrió dos conflagraciones de las cuales se logró salvar la imagen de
la Virgen de Manare.
Después del último incendio
se reconstruyó el templo esta vez más sólido y con teja de barro y se impulsó
desde Manare la adoración a la bella imagen de la Virgen instituyendo su fiesta
el 6 de enero.
Escritos históricos dan
testimonio de la gran fe de los devotos, las masivas y solemnes peregrinaciones hacia la iglesia
de Manare, donde se hallaba el altar de la Milagrosa Virgen y como si se
tratara de un éxodo, cientos y cientos de peregrinos venidos de todos los
puntos cardinales del llano e inclusive desde los llanos de Venezuela, llegaban para esa fecha a honrar a
la santísima Virgen, a recibir los sacramentos y cumplir sus promesas, como
sucede actualmente en Paz de Ariporo.
“El Dedo de Dios Esta Aquí” fue la exclamación de Ezequiel Moreno primer
vicario apostólico del Casanare un 6 de enero a finales del siglo XIX, al ver la gran manifestación sincera de fe y fervor de los llaneros por la Virgen
de los Dolores de Manare.
Con el paso de los años el pueblo de Manare fue tomando el nombre de
Moreno, ya que allí nació Juan
Nepomuceno Moreno un líder y luchador de
la guerra de independencia. Más adelante el pueblo pasó a llamarse Moreno Viejo. Este pueblo fue
destruido en su totalidad por un voraz incendio provocado en la época de la
violencia de los años cincuenta.
De nuevo un milagro logró salvar la venerada imagen y esta vez un grupo
de fieles la trasladó hacia Hato Corozal, permaneciendo allí temporalmente hasta
1953 cuando la población de Moreno Viejo (antiguamente Manare), se trasladó de
lugar y construyó un nuevo pueblo donde se ubica hoy Paz de Ariporo. Allí el 18
de marzo de ese año se realizó la ceremonia de entronización de la Virgen a la iglesia del nuevo pueblo.
La primera iglesia de Paz de Ariporo fue construida en tapia pisada y techo
de palma, pero luego gracias al entusiasmo del pueblo y el empuje de los Padres
Agustinos, Isaías Álvarez y Santiago Puerta, construyeron un templo más sólido con
estructura de cemento, templo que fue demolido en 2010 para construir otro con
un estilo más urbano, más de ciudad que es al que asisten hoy en día los peregrinos.
La
cultura llanera, manifestada en cantos e himnos, ha sido muy expresiva con la
Madre de Manare; se destaca el joropo que compuso el padre Francisco Lucea:
" a Paz de Ariporo voy". Como podemos observar, la expresión de la Fe
católica Mariana de los llaneros ha sido siempre firme, continua y sólida.
La tradición de la Iglesia honra con especial devoción a la Virgen Dolorosa recordando los siete dolores que soportó durante toda su vida unida a la de su Hijo Jesucristo. Es por eso que a la Virgen de Manare la honramos ofreciéndole un Septenario en vez de novenario. (Nota: El autor del Septenario es el padre Pedro Fabo, agustino recoleto, quien lo hizo cuando el santuario de la Virgen estaba en la población de Manare).
La tradición de la Iglesia honra con especial devoción a la Virgen Dolorosa recordando los siete dolores que soportó durante toda su vida unida a la de su Hijo Jesucristo. Es por eso que a la Virgen de Manare la honramos ofreciéndole un Septenario en vez de novenario. (Nota: El autor del Septenario es el padre Pedro Fabo, agustino recoleto, quien lo hizo cuando el santuario de la Virgen estaba en la población de Manare).
Fuentes:
Recopilación de artículos: Centro de Historia Juan Galea Tame Arauca.
Jairo Ruíz Churión Historiador catedrático universitario.
Política al Día Blog.
Fotografías de Alex Guzmán Alvis.
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