Los vacunos que llegaron por primera vez a los llanos eran de razas lecheras y de una mansedumbre a toda prueba, lo que constituyó una enorme ventaja para su transporte, pero no lo fue así, para la multiplicación de la especie, pues se convirtieron en fácil presa de cacería para indígenas y tigres.
Esto obligó a los propietarios de reses a traer sementales de lídia que cornearon y mataron a muchos de sus depredadores. El cruce del ganado chino-español con la nueva sangre tomó la naciente ganadería en una media casta, cuyas condiciones de bravura le permitieron multiplicarse con menor peligro.
Después de un siglo y varios lustros el Llano se pobló totalmente de ganado y aparecieron las famosas cimarroneras de las que se fueron apropiando los colonos formando hatos y adueñándose del trabajo de indígenas y mestizos. Estos eran poco menos que esclavos, mal pagados y maltratados por los nuevos señores.
Fuente
Getulio Vargas Baron
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