Las malas conductas de un caballo son consecuencia de un entrenamiento defectuoso o abusivo. |
Articulo escrito por Renato Aguirre Bianchi.
Las principales conductas “malignas” son consecuencia de un entrenamiento defectuoso o abusivo en cuanto a las señales de partida o detención. Otras son producto del temor o rebeldía ante el jinete y del miedo a lo que lo rodea.
La visión de caballo es más borrosa que la de Ud. y, si algo tiene grabado en su sistema operativo, es que es fácil presa para un depredador a menos que huya a tiempo. Piense un poco y verá que, aparte de las patadas y mordiscos, estos animales no tienen garras, colmillos, cuernos ni ninguna otra arma agresiva. Por último, pero tal vez lo más frecuente, la causas de las conductas inapropiadas dependen del trato abusivo y de las señales conflictivas que transmite el jinete.
Las malas conductas deben terminar con una transición opuesta al aire (paso, trote o galope) que la provocó, PERO inmediatamente seguidas por “consecuencias” (trabajo adicional con iterativos giros cortos hacia uno y otro lado) y la iterativa reiteración del estímulo hasta que el caballo responda adecuadamente. Ya entonces puede premiarlo con la voz y caricias. Transición implica cambio de aire: si corcovea o alega con una patada al iniciar la marcha, que se detenga; si estaba trotando, que camine; si estaba galopando, que trote, pero siempre “castigado” (círculos estrechos para uno y otro lado). Si se para de manos, que camine, aunque sea en círculo y luego se le aplican las “consecuencias” descritas.
Si el caballo corcovea o se
para de manos y Ud., asustado, simplemente lo detiene, le está premiando la
mala conducta y no tardará en darse cuenta que así ya no tiene que seguir
esforzándose y aprendará a repetir la mala conducta. Por eso debe hacerlo
trabajar más aún, inmediatamente y para eso los círculos estrechos son
insuperables pues son incómodos para el animal y si Ud. no permite “que le
gane” (que su resistencia a la maniobra supere la capacidad de Ud. para
mantenerla), aprenderá que pierde si se porta mal. Mientras gira, por muy
enojado que esté, le resulta muy difícil corcovear, dar botes o pararse de manos.
Teóricamente, un caballo muy “malo” podría ponerse a girar a gran velocidad:
simplemente hágalo girar entonces en el sentido opuesto, para lo cual debe
saber bien cómo
manejar las riendas y las piernas.
Claro que es difícil para un novato
que no se siente seguro y está asustado, pero no hay mejor alternativa. En el
peor de los casos puede recurrir al “freno de emergencia” que se describe más
abajo, si es que Ud. y el caballo conocen la maniobra. Por eso me asombra que
ésta no se enseñe al iniciar la instrucción de un jinete y a todos los
caballos.
Si el caballo lo bota, no
deje de montarlo de inmediato o pida que lo haga el líder, para que no se quede
con la idea de que se libera de los estímulos cuando bota al jinete.
Simplemente, que el caballo no crea que puede salirse con la suya, aunque Ud.
no consiga llevarlo directamente a donde quiere ir. Hacerlo trabajar en
círculos u ordenarle alejarse de lo que lo asustó puede no ser lo que Ud.
quería hacer, pero el animal no lo sabe, obedece con mayor facilidad y en
definitiva Ud. sigue al mando. ¡Nunca renuncie al mando!, aunque tenga que
renunciar una y otra vez a pasar por donde el animal se puso difícil. Con tiempo,
paciencia y repeticiones del intento inicial, el caballo comprenderá que, o
hace lo que se le pide, o sigue trabajando.
No renunciar al mando es
vital. Más aún, si el caballo se comporta mal, porque ellos también tienen
momentos malos, oblíguelo a que lo obedezca en gestiones inútiles para el
trayecto. Ejemplo: cabalga por una ruta campestre y el animal le porfía
iterativamente. En vez de calmarlo, agrédalo obligándolo a hacer cosas inútiles
como salirse del camino, hacerlo remontar al trote o galope una pequeña loma u
obligarlo a desprenderse de la tropa galopando un corto tramo en ángulo recto
con el trayecto de ésta. Si Ud. tiene la capacidad de controlar y/o soportar
sin riesgos cierta resistencia de parte del caballo, pronto él aprenderá que es
Ud. quien está al mando y que no teme sus alegatos. Al final, gana el más
fuerte: el caballo tiene más fuerza, pero Ud. es más inteligente y sabe
obligarlo a que le obedezca. Ahora bien, si no está preparado para eso, no
tiene más alternativa que pedirle al líder que le dé una lección de obediencia
al caballo. Esto podría tranquilizarlo, pero es casi seguro que volverá a
molestar porque se dio cuenta que Ud. no tiene capacidad de mando.
Las órdenes del jinete deben
ser progresivas, siempre las mismas en la misma secuencia y no una anárquica
combinación de estímulos. Si las respuestas del caballo no son suficientes, se
intensifica el estímulo y sólo si es necesario se agregan otros en forma
sucesiva. Galopando a la yegua que estoy pretendiendo entrenar a mi gusto,
espero que se detenga ante la orden verbal ¡Hooo! (no uso el ¡Alto! porque es
una orden muy común y si otro jinete le da esa orden a su caballo, el mío puede
responder a ella cuando menos lo espero). Le doy la orden y si no responde, dos
segundos después lo detengo con las riendas y preferentemente otras maniobras
que son más sutiles y que no vale la pena que intente si es novato, pero que
consisten en “dejar de montar”, es decir, dejar de seguir con el cuerpo los
movimientos del caballo y sentarse rígido sobre la silla. Como no obedeció
bien, en cuanto se detenga la hago dar unos pocos giros cortos para que aprenda
que si no responde se le pedirá un esfuerzo adicional. Pero si se detiene, inmediatamente le
suelto las riendas para recompensarla y ya puedo rascarle la cruz para
tranquilizarla. Si el animal quiere partir por su cuenta, lo vuelvo a detener
sin brusquedad y así una y otra vez hasta que se decida a quedarse
detenido.
Pero los caballos necesitan
algunos segundos para procesar las órdenes verbales. Antes del ¡Hoo! conviene
avisarle que éste vendrá como una orden perentoria y se le castigará con
esfuersos adicionales si no responde. Entonces, antedecedo el ¡Hoo! con un
“stop”. A la larga aprende que después de éste viene el ¡Hoo! y que si no lo
obedece recibirá tirones de riendas y un castigo con giros cortos. A la larga,
lo aprenden si Ud. repite siempre la secuencia y es intransigiente. ¡Hoo!
significa “detente de inmediato y totalmente”, no sólo disminuye la velocidad y
Ud. debe asegurarse de que así sea.
Detener a un caballo
Si Ud. es un jinete
ocasional no ha de tratar de entrenar al caballo y tal vez nunca volverá a
montarlo. La más simple receta para detener a un caballo en esas condiciones es
“dejar de montar” (no continuar armonizando los movimientos del caballo con los
de su pelvis) y ejercer tracciones iterativas, rápidas (más o menos una vez por
segundo) pero no bruscas a una de las riendas, mientras mantiene la tracción de
la otra o la incrementa levemente, regulándola para que el caballo no gire el
cuello. En cuanto se detiene, libérelo inmediatamente de la tensión de las
riendas para que el caballo reciba su premio por su buen comportamiento, pero
vuelva a aplicarlas sin brusquedad (sin castigo) si intenta volver a partir sin
que Ud. se lo haya indicado. Tras pocos intentos, el caballo comprenderá que su
jinete sabe controlarlo y no lo olvidará por el resto de la cabalgata. Es la
repetición intransigente de los estímulos lo que le indica a un caballo que su
conducta no es la esperada y que debe respetar al jinete.
En general, el tirón
simétrico y prolongado de ambas riendas no es recomendable y peor aún si es
brusco y desproporcionado. Es cierto que resulta en una parada espectacular
cuando el caballo está galopando, pero debe estar entrenado para no levantar el
hocico y el jinete debe saber lo que le espera: me encanta hacerlo, pero sólo
si conozco al animal.
Conseguir que el caballo no
levante el hocico: esa es la clave para que el animal no se salga con la suya
cuando se excita. Hay que enfatizar que si de pronto el caballo levanta la
cabeza es muy posible que algo lo haya asustado, especialmente si tiene las
orejas fuertemente inclinadas hacia adelante. El susto puede provenir de
cualquier cosa que él esté viendo y que tal vez el jinete ni se la imagine como
algo peligroso.
La doma racional requiere de mucha paciencia y tiempo. |
En esas condiciones, el
caballo puede entrar en pánico y huir desenfrenadamente. El primer paso
para evitarlo es hablarle para desviar su atención hacia Ud. Puede resultar
dado a que el caballo no tiene la capacidad de tener dos pensamientos
simultáneos en su mente y si Ud. lo distrae, disminuye la atención a lo que él
cree que es un peligro. Si eso no resulta, antes de que se lance a un loca
carrera, aplíquele el “valium equino” (giros cortos como se describe más abajo)
y luego deje que otros animales pasen el obstáculo o “lo obliga
autoritariamente” a cambiar el rumbo. De esa manera Ud. conservará el control
del animal, pero si lo pierde y él ya huye aterrado, probablemente poco
consiga con tratar de detenerlo tirando de las riendas pues lo mejor que el
caballo sabe hacer es huir y las riendas no son un freno sino sólo una orden
para frenar, orden que no captará porque toda su atención estará concentrada en
salvar su vida y posiblemente hasta ni se acuerde que Ud. lo está
montando.
La solución es simple si Ud.
tiene bien claro que NUNCA debe dejar que el caballo se salga con la suya y aún
cuando Ud. deba hacer ciertas “concesiones” que el caballo no reconocerá como
tales. Pues él quiere arrancar (y si lo quiere de verdad, lo hará, aunque sea
tirándose a un precipicio): entonces “concédale” el derecho a hacerlo, pero
“adminístreselo”. Es decir, que no arranque hacia donde quiere, sino hacia
donde Ud. quiere, lo que suele resultar si el caballo está entrenado para
lateralizar el cuello por la tracción de una rienda y a ceder las ancas ante la
presión del talón o el espuelín más atrás de la cincha y ambas maniobras lo
obligan a desviarse de su curso y seguir el trayecto que a Ud. le conviene (que
no sea peligroso). Le aseguro que a corto plazo se le olvidará el susto. En
otras palabras, en vez de martirizarlo más aún con fuertes tracciones de las
riendas y arriesgarse a que lo bote con un corcoveo, estimúlelo a obedecerle
cambiando el rumbo (un círculo amplio serviría si hay espacio y si no lo hay,
invente la mejor alternativa; el “freno de emergencia” que se describe más
abajo es una excelente opción si el animal ha sido entrenado para ceder el
cuello). Pueden haber otras alternativas, pero el principio fundamental es
NUNCA dejar que el animal se desentienda de Ud.
Esto de “administrar” la
fuga con una alternativa peculiar elegida casi por reflejo, me salvó la vida
una vez que mi yegua, aterrada, quiso huir hacia adelante y el adelante era un
precipicio. Al cambiarle el rumbo siguió huyendo, pero de vuelta al sendero que
había abandonado (en la primera página de “Aprenda a Cabalgar” se describe el
incidente). En esa oportunidad no traté de detenerla, sino sólo definir su
rumbo. Las alternativas son muchas y dependen de las circunstancias, del
caballo, de la capacitación y del buen juicio del jinete. Si bien no hay
“recetas de cocina” aplicables a todas las circunstancias, en terrenos no
críticos basta con la voz y el giro estrecho como maniobras preventivas, el
giro amplio (si hay espacio) cuando el caballo ya se desbocó y el “freno de
emergencia” como “penúltima” instancia y por encima de todo, comprender el
lenguaje corporal del caballo. Nunca nadie ha dicho que cabalgar es fácil, pero
si Ud. comprende lo que están procesando las pocas neuronas del animal se puede
evitar un porrazo. El “freno de emergencia” puede abortar una huida enfática,
pero no es prudente aplicarlo si el animal aterrado ya galopa tendido,
pues ambos pueden caerse.
Insistiré en lo de
“administrar” la fuga en vez de simplemente tratar de detenerla. La idea es que
piense como el caballo: si la fuga es enfática, algo muy fuerte para él (tal
vez insignificante para Ud.) le indica que su vida está en peligro. Nuestra natural
reacción como entes pensantes es detenerlo; “no pasa nada, no seas exagerado”.
Pero, excepto en sobresaltos de poca monta, el caballo tiene que huir
y si Ud. se lo impide y si es que le obedece, sigue aterrado y puede que quiera
librarse de Ud., quien le está impidiendo proteger a su vida. En definitiva, “mi
jefe está dispuesto a sacrificarme” y el conflicto entre la seguridad que él
espera y la autoridad de la cual Ud. está abusando puede resolverse a favor de
él y al diablo el respeto que le tengo al jefe. ¿No haría Ud. lo mismo si
estuviera en la misma situación?: apuesto a que sí.
Por tontos que sean los
caballos, eso es lo que ¿piensan?, aunque Ud. sepa que no hay peligro. ¿Para
qué sacrificar el respeto que ya le tiene a su jefe?. Mejor acompáñelo,
compréndalo y sea solidario con él: que arranque, pero guiado por su jefe. Así
no perderá la fe que le tiene al jefe y a la vez Ud. evitará un conflicto que
el animal nunca olvidará. Serán tontos, pero tienen una memoria fabulosa.
Entonces lo deja huir, pero Ud. le indica el camino. Ya liberado del peligro y
habiendo Ud. definido la ruta hacia la tranquilidad, creerá que fue Ud. el
gestor de la maniobra que le salvó la vida y aumentará la confianza en Ud. “Nunca
hay que dejar que el caballo se salga con la suya”, lo repito majaderamente,
pero es tan fácil engañarlo y hacerlo creer que Ud. es su protector...
Bueno, reconozco que
“administrar una huida” requiere de cierta eficiencia del jinete. Si Ud. carece
de ella, pues simplemente trate de mantenerse a bordo hasta que el caballo se
sienta seguro: tarde o temprano dejará de huir. Por lo menos habrá conseguido
que no crea que Ud. le impide tratar de salvar su propia vida. Pero sí trate de
no caerse: simplemente déjese llevar, porque si se cae el caballo creerá que
basta librarse de quien lo monta para conseguir protegerse y la próxima vez que
algo similar ocurra tratará de librarse de Ud. para tener la libertad de buscar
la paz por sí mismo.
Finalmente después de horas, el caballo accedió a ser montado bajo el entrenamiento de la doma racional y sin violencia. |
Cuesta entenderlo porque
nosotros tenemos capacidad analítica y el caballo NO LA TIENE. Pero en
circunstancias de crisis, el jinete debe actuar como si fuera el líder de la
manada o simplemente neutralizarse para evitar resentimientos que,
inevitablemente, tarde o temprano resurgirán.
Pero, insisto, “nunca hay que
dejar que el caballo se salga con la suya”, a menos que nada le resulte y
entonces haga lo imposible por no caerse: afírmese como pueda y déjese llevar
pues ha llegado a un punto crítico en el cual sólo interesa que Ud. no se rompa
entero por un porrazo a alta velocidad. Cuando el caballo se canse de huir, el
líder, dueño o entrenador debe montarlo para restaurarle su obediencia al
“jefe”.
Si cree que puede
“administrar” la fuga sin caerse o asustarse o agredir al caballo, trate de
corregir la equivocación de éste. En cuanto pueda, enfréntelo con criterio,
palabras dulces y serena firmeza a lo que lo asustó tanto. Ya confía en Ud.,
acérquelo al evento dispuesto a “readministrarle” su temor. Hágalo una y otra
vez si Ud. es el dueño o el entrenador, paulatinamente y dispuesto a abortar el
intento si el animal se resiste con énfasis. Si lo hace, pasen un buen rato
juntos donde a él le guste y vuelva a intentarlo. Cada intento bien hecho le
disminuirá su temor porque ya sabe que, cuando la situación sea crítica, Ud.
”lo salvará”. Esa es tarea del entrenador o dueño, absolutamente proscrita para
un presuntuoso ignorante que cree que las cosas se consiguen a la fuerza.
Autor :
Renato Aguirre Bianchi
Casilla 651, Arica, Chile
Si desea saber mas de este tema diríjase a este enlace: http://infoarica.loganmedia.com/Aricaacaballo/cabalgatas1_00000d.htm
1 comentario:
Thanks for sharing, nice post! Post really provice useful information!
FadoExpress là một trong những công ty vận chuyển hàng hóa quốc tế hàng đầu chuyên vận chuyển, chuyển phát nhanh siêu tốc đi khắp thế giới, nổi bật là dịch vụ gửi hàng đi đài loan uy tín, giá rẻ
Publicar un comentario