Las Vaquerías Hace ya muchos años, cuando la tecnología no había
avanzado tanto, cuando sólo había caminos reales y se arreaba el ganado por
grandes distancias, era cuando existían los llaneros recios, verdaderos
centauros del llano, hombres de toro, caballo y soga, héroes anónimos de
los llanos. Aquellas Faenas ponían a prueba sus destrezas , pues durante las
vaquerías, esos hombres dejaban el alma, y es que más que un trabajo, para
ellos era una forma de vida. Con sus sombreros, sus tucos y sus alpargatas iban
a meterle el pecho al llano, a tragárselo montados sobre un caballo y con un
escapulario por corazón, esos llaneros vibraban en las
corrientes de los ríos, en la explosión de los truenos, en el galope del potro y en el bramar de la vacada; esos llaneros no eran más que un pedazo del llano inmenso.
corrientes de los ríos, en la explosión de los truenos, en el galope del potro y en el bramar de la vacada; esos llaneros no eran más que un pedazo del llano inmenso.
Las vaquerías se realizaban en dos épocas del año, a las entradas de agua y a
las salidas de agua, es decir, las primeras eran entre mayo y junio (a veces
julio) en ocasiones trabajando con el agua a la coraza; y las segundas entre
diciembre y enero ya terminando el invierno. Para salir a esas faenas había que
ser “llanero completo” de sobrada experiencia o por lo menos de mucho ímpetu y
coraje, con mucha astucia y creatividad para resolver los inconvenientes que
podían presentarse; gracias a Dios, la sabana era más que una universidad para
los nacidos en el llano. Crecer entre mastrantos, samanes, vacadas, atajos de
yeguas, garzas y gabanes hacía al vaquero genuino parte del paisaje llanero, lo
convertía en una extensión de la naturaleza del llano, lo transformaba en un
órgano vital de la llanura y lo contrataba como guardián celoso de la
inmensidad.
Vaqueros conduciendo un rodeo por la sabana . |
En la víspera de las vaquerías se hacía lo que se llamaba “la Reunión ”, allí se juntaban
los llaneros de varios hatos, generalmente en parejas, y formaban una tertulia
llena de anécdotas, chistes y cuentos de vaquerías anteriores, posiblemente
algún cuatro se dejaba escuchar y así se pasaba el rato compartiendo sanamente.
Al día siguiente comenzaba la brega fuerte, empezaba el trabajo a punta de
madrugada, de ahí en adelante lo que venía era el trabajo infalible de esa
dupla maravillosa de jinete y caballo para realizar sus labores, el ojeo y el
rodeo entre otras tantas, entendiéndose que el ganado de rodeo era aquel que,
aún cuando no era manso, obedecía al manejo a caballo y se dejaba arrear,
mientras que el ganado de ojeo era el que al ver a los vaqueros comenzaba a
correr, de allí que los llaneros a caballo tuvieran que salir a enlazarlos y
muchas veces a colearlos para que no se internaran en la montaña y regresaran a
la manada. La partida era bajo cualquier circunstancia, incluso mal tiempo; de
todas todas los vaqueros tenían que salir del hato con el ganado madrinero para
guiar al ganado cimarrón en el regreso, y así ya a la una de la tarde
aproximadamente venir de retorno con la gran marcha de ganado enrumbada hacia
el hato con los llaneros arreando, y eventualmente enlazando, a las reses que
se salían de la madrina.
Hato Llanero |
Finalmente se llegaba a los corrales como a las cuatro de la tarde, entonces se
mataba una res para comer, esto representaba desayuno, almuerzo y cena, puesto
que hasta esa hora sólo se llevaba en el estómago la taza de café madrugador
que se tomaba antes de salir a la sabana. Luego de comer, en ocasiones se
comenzaba a herrar a los becerros orejanos que vinieron en ese lote, a veces
hasta entrada la noche. Después se cerraba la jornada laboral y los llaneros
más jóvenes y algunos no tan jóvenes, luego de un chapuzón en el río, iban a
algún baile a cantar un joropo o a conquistar a alguna mujer que le estuviese
robando el sueño. El espíritu incansable del llanero prevalecía y a pesar de la
jornada dura de trabajo y del merecido esparcimiento nocturno, como el mismo
sol o quizás antes ya aquel hombre humilde estaba haciendo honor a su
responsabilidad y a sus principios, trabajando, luchando y construyendo país,
sin más recompensa que los 5 reales diarios de sueldo y el sentimiento de
vibrar de nuevo con la sabana infinita.
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